Tras quedar segundo hace cuatro años con poco más de 40 mil sufragios, Jaime Andrés Beltrán supo atraer al elector más allá de la base cristiana que siempre lo ha respaldado, para duplicar su votación este 29 de octubre y ser elegido como el alcalde de Bucaramanga para el periodo 2024-2027.

El candidato del movimiento Defendamos Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán Martínez, fue electo ayer como el próximo alcalde de la capital santandereana, con 91.372 votos, lo que representa el 34,62 % de los sufragios válidos reportados.

Lo hizo, además, con una amplia ventaja, pues en segundo lugar quedó el aspirante de la Alianza Verde, Carlos Felipe Parra Rojas con 38.796 sufragios (14,70 %) y que a la postre tendría en sus manos la curul designada para el Concejo por el Estatuto de Oposición.

Después estuvieron el exconcejal Fabián Oviedo, del Movimiento Acciones Notables (Mano) con 34.146 votos (12,93 %) y Horacio José Serpa, del Partido Liberal (8,86 % con 23.393 votos), quien fue la gran decepción, pues muchas encuestas lo ubicaban segundo en intención de voto, pero en las últimas semanas se desinfló. En quinto lugar terminó Consuelo Ordóñez de Rincón, la candidata ungida por el exalcalde Rodolfo Hernández, con 22.730 votos (8,61 %).

Duplicó su votación de hace cuatro años

De esta manera, Jaime Andrés Beltrán será el responsable de gobernar a Bucaramanga para el periodo 2024 – 2027 (a partir del 1 de enero del próximo año).

En esta ocasión, Beltrán Martínez prácticamente duplicó su votación de las elecciones pasadas (entonces obtuvo poco más de 40.600 votos), logrando así atraer sufragios más allá de su base cristiana, que fue la que lo llevó en el pasado a ser dos veces el concejal más votado de la capital santandereana (en ese entonces con el Partido Liberal).

La seguridad, su caballito de batalla

Esta ventaja que logró ayer le permite, al menos en el papel, tener el suficiente capital político para adelantar sus propuestas y su programa de gobierno.

Precisamente, desde su papel en la oposición, en los últimos años fue uno de los principales críticos del actual alcalde, Juan Carlos Cárdenas Rey, y supo capitalizar el descontento de la población con temas como la inseguridad, quizás su principal bandera de campaña.

En los últimos meses no solo prometió implementar un plan para combatir la inseguridad y ejercer la ‘autoridad’ como primer mandatario del municipio, sino que se comparó como el ‘Bukele’ (el popular presidente de Salvador) colombiano.

En ese sentido, incluyó en su programa de gobierno proyectos como la construcción de un centro de reclusión transitorio para reclusos no condenados (en la ciudad, hay hacinamiento en los calabozos de las estaciones de Policía y en la Cárcel Modelo) e implementar una estrategia para el fenómeno migratorio.

Más allá del discurso de la seguridad

Y si bien las propuestas para mejorar la seguridad ocupan prácticamente la mitad de su programa de gobierno, también hay otras áreas en donde tiene iniciativas que pretende adelantar en los próximos años.

Para empezar, están la culminación o proyección de seis proyectos de infraestructura vial: la Doble Calzada entre La virgen – La Cemento (esto está a cargo del Gobierno Nacional); diseñar el trazado del teleferico La Virgen – Los Colorados, terminar la Troncal Norte-Sur; gesionar el intercambiador de la calle 45 con 9; y construir el intercambiador de la calle 56 con carrera 27 y el Par Vial de la calle 54, por el cual ya se hizo cobro de aportes de valorización, pero lleva varios meses paralizado a la espera de que se logre el cierre financiero.

De igual forma, prometió rediseñar y construir más ciclorrutas, regularizar las zonas azules, combatir la informalidad y la piratería y promover la legalización de barrios. Para ello, plantea la actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y la construcción de la Ptar de Río de Oro, para el tratamiento de las aguas residuales de la ciudad.

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Gobernar con autonomía

En ese sentido, teniendo en cuenta este ambicioso programa de gobierno, desarrollado bajo la promesa de “recuperar la autoridad” y la “institucionalidad” en Bucaramanga, se plantea uno de los principales retos para Jaime Andrés Beltrán: demostrar que es capaz de gobernar.

Es decir, pasar de la crítica y la oposición que ha venido ejerciendo en los últimos años, y demostrar que puede ejecutar sus ideas de gobierno y poner en marcha el proyecto de ciudad que promueve.

Y hacerlo, además, de forma independiente. Gobernar con autonomía, más allá de los apoyos políticos que recibió.

Esto es, quizás, una de las cosas que más le criticaron en esta campaña electoral, pues en esta ocasión fue respaldado por el clan Aguilar, una de las familias más poderosas de Santander.

¿Quién es Jaime Andrés Beltrán?
El nuevo alcalde de Bucaramanga fue concejal en tres ocasiones, las dos primeras en 2011 y 2015, cuando fue electo con el Partido Liberal con la mayor votación en ambas ocasiones.
Por su parte, en 2019, llegó a dicha corporación tras quedar segundo en la contienda por la Alcaldía, asumiendo así la curul que otorga el Estatuto de Oposición.
Este comunicador social con especialización en Alta Gerencia y Gestión Pública y maestría de Políticas Públicas del Territorio es, además, un reconocido líder cristiano de Bucaramanga. Su papá es Pedro Jaime Beltrán, pastor de la iglesia cristiana Camino a la Libertad.
Aunque sus inicios en la política fueron en el Partido Liberal, en 2019 se distanció de esa colectividad y se vinculó al partido cristiano Colombia Justa Libres.
Como concejal se destacó por los debates de control político sobre seguridad y los estudios que hacía con su equipo de trabajo, que dejaron en evidencia fenómenos como el presunto alquiler de niños para pedir limosna o la venta de drogas en entornos escolares.
Durante sus diferentes campañas para Concejo y Alcaldía de Bucaramanga siempre puso como ejes la promoción de los ‘valores familiares’ y las jornadas sociales con pandillas y poblaciones vulnerables en zonas como el norte de la ciudad.
En estas elecciones regionales, se le cuestionó que recibió apoyos del clan Aguilar y, en menor medida, del clan Tavera. También fue respaldado por el uribismo, el partido de la U y la familia Villamizar, en cabeza del exsenador Alirio Villamizar y el representante Óscar Villamizar. Durante su primer periodo en el Concejo, se aseguró que tenía el control político y burocrático del Isabu.
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