Alberto Enrique Pacheco
El ego y sus ventajas en el ejercicio
En el mundo del deporte la competencia surge de manera inmediata y natural, y ello ocurre cuando la percepción personal de las habilidades del deportista mejora. Esta autoestima desarrollada de manera saludable puede fomentar una aptitud sana en el atleta en tanto que al creer en sus capacidades gana confianza, disfruta el ejercicio, se vuelve más ambicioso y determinado, incluso motivado para enfrentar a otros y superarlos, lo que redunda en el incremento del rendimiento deportivo.
La maximización de la confianza es un estímulo vital en el ámbito competitivo. Es un componente crucial para la mejora constante del competidor que le permite enfrentar los continuos desafíos con seguridad y audacia en los momentos críticos cuando debe tomar decisiones.
En estos términos, el ego, bien manejado, puede ser un motor poderoso que acrecienta la ambición y el deseo de éxito, el establecimiento de nuevas metas codiciosas junto con el esfuerzo mismo para alcanzarlo. Determinación que, no solo sirve para sobresalir, sino para superar desafíos personales en búsqueda de la excelencia, máxime si el deporte conlleva inevitables altibajos y adversidades que requieren la resiliencia del deportista, como aquella capacidad para encarar los fracasos y las dificultades sin dejar que ello afecte negativamente su autoestima.
Esta facultad de poder ver las derrotas como oportunidades de aprendizaje y crecimiento, de superación de su mismo, para volver a enfrentarse en nuevos retos, es la fuerza motivadora sana que se asocia con un ego saludable. Ese tipo de motivación intrínseca, impulsora es más duradera y sostenible en el largo plazo frente a la motivación externa.
De hecho, los atletas, con un ego saludable, suelen destacar como líderes en sus equipos. Son personas que tienen la confianza necesaria para asumir roles de liderazgo, tomar decisiones importantes y motivar a los compañeros de su equipo. Capacidad que al enseñar con base en el ejemplo es un activo poderoso y valioso en los deportes en equipo.
De allí que, junto al autocuidado, esto es, las decisiones inteligentes del deportista en temas de nutrición, hidratación y gestión del esfuerzo durante largas distancias que redunda en su beneficio, es fundamental tener un ego equilibrado; evitando al máximo que en su exceso se adopten comportamientos arrogantes, antideportivos y/o poco éticos que constituyen la desventaja de tamaña herramienta beneficiosa en el ejercicio.