Colombia carece de una política seria sobre inteligencia artificial (IA). Mientras el mundo redefine su economía y su geopolítica en torno a esta tecnología, aquí seguimos aprobando leyes que nacen viejas. El riesgo es evidente: quedarnos rezagados y condenar a nuestra juventud a competir en desigualdad.

Santander tiene cómo cambiar la historia. El departamento, con Bucaramanga y su área metropolitana, ya es un territorio educativo. Más de 100 mil jóvenes cursan educación superior, consolidando a la capital como una de las principales “ciudades universitarias” del país. Este logro, fruto del esfuerzo de instituciones que han ampliado cobertura y calidad, es un capital humano invaluable.

El siguiente paso es decisivo: crear un hub metropolitano de investigación y formación en IA. No se trata de reemplazar lo que existe, sino de complementarlo. La IA atraviesa todas las disciplinas: derecho, medicina, ingeniería, contaduría. Un hub permitiría actualizar planes de estudio, abrir laboratorios especializados y formar profesionales capaces de aplicar esta tecnología en cada campo del conocimiento.

Aquí entra el Distrito Metropolitano como una oportunidad histórica. Hoy Bucaramanga, Floridablanca, Girón y Piedecuesta duplican la burocracia: cuatro alcaldes, cuatro concejos, cuatro personerías y cuatro direcciones de tránsito. Esa fragmentación no solo encarece la gestión pública, también frena decisiones estratégicas.

Los planes de desarrollo 2024–2027 proyectan $15,5 billones, pero apenas $1,4 billones son de libre destinación. Con una integración administrativa que reduzca entre 30 y 40 % los costos burocráticos, podrían liberarse entre $450.000 y $600.000 millones. Ese ahorro, en una bolsa común, bastaría para financiar un gran fondo metropolitano de becas, subsidios universitarios y laboratorios de IA, sin tocar las transferencias nacionales.

Mientras tanto, el mundo corre. En cinco años Colombia podría retroceder medio siglo en desarrollo tecnológico. Se estima que un 25 % de los empleos desaparecerá por la automatización, mientras gigantes como Nvidia, con apenas 36.000 empleados, valen más

que las economías de varios países latinoamericanos juntas. La brecha entre quienes producen IA y quienes solo la consumen crece sin pausa, amenazando incluso la supervivencia de universidades que no inviertan en innovación.

No es un lujo. Es una decisión estratégica: dejar de multiplicar cargos políticos para multiplicar oportunidades a los jóvenes.

La inteligencia artificial no es una moda, es el motor de la economía global del siglo XXI.

Santander tiene el talento, las universidades y la vocación metropolitana para dar un salto histórico. Lo que falta es lo esencial: elegir el Distrito Metropolitano para ordenar la casa, ahorrar en burocracia y apostar de verdad por la educación y la innovación. Ciudadanos Metropolitanos, llegó la hora!.

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