La historia de un hombre que ‘tocó fondo’ en el mundo de las drogas, se levantó, estudió, emprendió y se convirtió en el alcalde electo con mayor votación en la historia de Sabana de Torres, Santander.
Darío Buchenicow Caballero Chiquillo es un hombre de 46 años que nació en Sabana de Torres, la Perla Blanca del Magdalena Medio. El pasado domingo fue elegido alcalde de este municipio con 7.660 votos. Sin embargo, tras el nombre del alcalde electo hay una historia de tropiezos, de fe y superación.
Los primeros años de vida los compartió junto a su progenitora, Edilma de Jesús Chiquillo, y sus hermanos Andrea y Fredy. Durante un periodo de crisis, en los inicios de los años 90, doña Edilma decidió buscar mejor suerte en Bucaramanga. Ella y sus tres hijos llegaron al barrio Zapamanga de Floridablanca cuando Darío tenía cerca de 15 años.
Como había pocos recursos para comer, el joven muchacho salió a buscar su sustento y se empleó como lavador de carros. Conoció el dinero, pero también malas amistades. Aunque era uno de los mejores lavadores de carros, lo que ganaba lo gastaba en trago. En ese camino también se sumergió en el mundo de las drogas.
Consumió marihuana y perico y los hizo parte de su vida diaria. No volvió a su casa y dormía en los carros que lavaba, luego las calles fueron su habitación. “Lavaba carros en las noches, pero como hacía tanto frío consumía bóxer para trabajar más tranquilo. Cuando terminaba la jornada dormía en las bancas de un parque en el barrio La Concordia. Había un reloj que marcaba la temperatura y a veces marcaba hasta 10 grados centígrados”, recordó Buchenicow.
Entre 1992 y 1995, Darío consumió alcohol, drogas y fue habitante de calle. Tuvo el cabello largo, usó pantalones anchos, aprendió el lenguaje de la calle y se apasionó por las cumbias, este último, el único ‘vicio’ que aún mantiene.
Darío sintió que ‘tocó fondo’ cuando probó el ‘bazuco’, a sus zapatos rotos se les colaba el agua por debajo y su ropa interior se limitó a unos calzoncillos rotos. No obstante, un hombre que conoció lavando carros se convirtió en su ‘salvador’. “A un señor que yo le lavaba la moto, de nombre Jorge Eliécer Guevara, me tendió la mano, me hizo cortar el cabello, cambiar mi forma de hablar, me enseñó a conocer de Dios y me llevó a trabajar en una empresa que vendía pantallas protectoras para televisión”, afirmó Darío Buchenicow.
En ese momento, la vida le volvió a sonreír al sabanero. “Me emplearon en Gamavisión y comencé a recorrer pueblos. Fui vendedor puerta a puerta en las provincias Comunera, Guanentá, Vélez, Yariguíes y en los departamentos de Boyacá, Meta, Casanare. Fui el mejor vendedor y me ascendieron a supervisor, cobrador, jefe de cartera y jefe de zona”, expresó.
Cerca del año 2000, la empresa para la que trabajaba entró en crisis y Darío se devolvió para Sabana de Torres con un pasaje pago por su mamá. Como no hacía parte de ningún gremio no pudo trabajar con la industria petrolera. Se rebuscó e hizo un curso de mesero que le sirvió para laborar en algunas empresas y luego para ser vendedor de purina y pollos.
El hombre se independizó y arrancó con su primer emprendimiento, el de los helados. “Fui vendedor de vikingos. Salía en un triciclo gritando Bon Ice, Bon Ice, delicioso, nutritivo y refrescante, chúpatelo por tan sólo 200 ‘pesitos’. A la vez vendí rifas, apuestas y ‘ganadiarios’. También coloqué una venta de minutos a celular”.
Ya convertido en emprendedor, Darío Buchenicow confiesa que se proyectó con ser alcalde de su municipio. “Un día estaban cuatro personas a las que yo les estaba destapando el Bon Ice y les dije que yo algún día sería alcalde de Sabana. Todos se burlaron. Los que lo hicieron, hace tiempo creen en mí”, afirmó.
Hace 23 años conformó hogar con el amor de su vida, la también sabanera Deysi Lucía Rueda. De esta unión nacieron Darío Macgliony y Deisy Lorena, que se sumaron a María Fernanda y Anderson Stiven, hijos de una relación anterior. Ya en familia, Buchenicow fundó la primera empresa de mototaxismo en Sabana de Torres, que actualmente beneficia a cerca de 400 familias del municipio.
Al sabanero le ‘picó el bichito’ de la política, postuló su nombre para el Concejo del municipio y salió elegido. Se lanzó a la Alcaldía y se quemó, volvió a presentar su nombre y le faltaron 74 votos para lograrlo.
Darío no se conformó y decidió prepararse académicamente. A los 36 años terminó su bachillerato y actualmente cursa cuarto semestre de Administración Pública. El cambio en la vida de Darío ha sido tal que pasó de vivir en la calle a establecer una empresa de distribución de tecnología con 50 puntos de venta en cuatro departamentos.
El pasado domingo, luego de un nuevo intento, los sabaneros lo eligieron como su alcalde. Buchenicow dijo que por el hambre y las humillaciones que le tocó vivir llegó su momento “para ayudar al vendedor ambulante, al mesero, coteros, recicladores y voy a legalizar la mayor cantidad de asentamientos que pueda”.
Cuando da una mirada al pasado, entre lágrimas, Darío Buchenicow Caballero Chiquillo asegura que “soy otro, definitivamente soy otro. Me levanté y hoy logré lo que soñé”.