Municipios que rodean el embalse Topocoro han pasado de ser un lugar marcado por el conflicto a destinos para el turismo cultural y ecológico. Se posicionan como una parada obligada para descubrir el legado ancestral de Santander.
“Topocoro” es el antiguo nombre que usaban los indios guane para referirse al “remanso de paz”. Hoy es el actual espejo de agua de 7 mil hectáreas que conecta a seis municipios de Santander: Girón, Betulia, Zapatoca, Los Santos, Lebrija y San Vicente de Chucurí.
En su lengua, usaban la palabra “topocoro” para hablar de una de las zonas de mayor riqueza natural de la región, abrazada por el parque natural de la Serranía de los Yariguíes, entre las imponentes montañas características de Santander. Esta zona no solo representa una oportunidad para el turismo ecológico, de naturaleza, sostenible, y para la práctica de deportes acuáticos; alberga también un santuario arqueológico que pretende conectar a los visitantes con el legado milenario de los antiguos habitantes de esta región.
Se trata del Museo Topocoro, un proyecto que combina historia, arte y naturaleza en un entorno donde los petroglifos tallados hace miles de años narran las historias de quienes vivieron en estas tierras.

Este espacio nació con el deseo de resguardar y divulgar este tesoro arqueológico. “En Santander tenemos grafitis más antiguos y significativos: los petroglifos de nuestros pueblos ancestrales”, comenta Alberto Gómez Peña, realizador audiovisual y líder de la iniciativa.
El Museo Topocoro, ubicado en el terreno familiar de Gómez Peña, cuenta con una historia que se remonta a 1976, cuando el abuelo del creador descubrió “la piedra del indio”. Por generaciones han admirado este vestigio, pero recientemente se descubrió su valor histórico y cultural.
“Es sobre todo un portal al pasado, allí yacen vestigios arqueológicos. Hay una estación de arte rupestre con petroglifos, es decir que hace cientos o miles de años comunidades autóctonas tallaron sobre roca un mensaje, dejaron testimonio de la belleza e importancia de este lugar”, así lo describe la antropóloga Mónica Giedelmann.
El museo también integra obras contemporáneas de artistas regionales inspiradas en estos grabados, lo que se logró gracias a la serie documental “500 años después”, que fue rodada allí para resignificar el acercamiento a la riqueza natural y ancestral de Santander, “mediante la interacción con el territorio y el intercambio de saberes de diferentes disciplinas como la antropología, el arte y la música”, afirma el equipo creativo.

A partir de ello, los pintores Román Prada y Jorge Mantilla Caballero, así como músicos como Na Morales, Jaison Neutra y el historiador Armando Martínez Garnica se sumaron al proyecto.
“La idea es convocar a que más artistas contribuyan con sus obras para conformar allí lo que se puede convertir en un museo al aire libre en medio de este santuario natural”, resalta Alberto Gómez, también director de la serie documental.
Museo Topocoro es un recordatorio del porqué los antiguos Yariguíes y otros pueblos eligieron esta región como su hogar. “El agua que rodea los petroglifos es parte del legado que debemos proteger. No solo es un recurso vital, sino que también es el testigo silencioso de la vida que floreció aquí durante milenios”, enfatiza Gómez Peña.
Entre petroglifos y paisajes, el Museo Topocoro busca ser el destino para quienes quieren conectarse con las raíces de Santander.

Guía práctica para llegar al Museo Topocoro
¿Cómo llegar?: Lo primero es llegar a la Hacienda La Fe, ubicada en la vía Lisboa – San Vicente de Chucurí, en el kilómetro 19.
Precio: $10.000
Horarios: excursiones de 45 minutos guiadas los fines de semana.
¿Dónde hospedarse?: Hotel Hacienda La Fe.
Contacto: 3204017794.