Pese al decreto que restringe el uso de la pólvora, durante la Noche de Velitas y la madrugada de ayer se explotaron totes y se utilizaron luces de bengala, entre otros artículos pirotécnicos.
La madrugada de ayer, luego de la tradicional Noche de Velitas del 7 de diciembre, muchos vieron las calles y aceras salpicadas de los restos de una celebración que, al menos en el papel, debía ser más respetuosa con las normativas locales, sobre todo en el tema de la no venta y el no uso de la pólvora.
Los rastros de explosivos pirotécnicos quedaron como pruebas de la desobediencia ciudadana al decreto que restringía el uso de estos artefactos, que ponen en riesgo la salud y el medio ambiente; y que incluso en Santander dejó a ocho personas afectadas.
En barrios populares como La Joya, Alfonso López, Girardot y Regadero Norte, el pavimento exhibía las huellas de fuegos artificiales, cohetes y bengalas La situación no fue distinta en los vecinos municipios del área metropolitana, donde las zonas públicas mostraban signos de pequeñas explosiones.
¿Faltó conciencia?
De manera desafortunada, la pólvora sigue siendo ‘protagonista’, pese a los esfuerzos de las autoridades por erradicarla. Y eso que la normativa municipal es contundente. Desde hace años, la distribución, la comercialización y el uso de pólvora están prohibidos en Bucaramanga y en sus vecinos municipios del área.

Este reglamento, que este año no es la excepción, no solo busca prevenir accidentes humanos –como quemaduras o mutilaciones, muchas veces sufridas por menores de edad–, sino también reducir el impacto negativo en el entorno urbano.
Para Gerardo Gómez, experto en temas educativos, “este asunto no es únicamente legal, sino cultural. La tradición de encender fuegos artificiales en celebraciones festivas está profundamente arraigada en la idiosincrasia santandereana”.
“La explosión de luces en el cielo es percibida como un símbolo de alegría, pero su costo real se mide en contaminación, lesiones en personas y hasta en el sufrimiento animal”, agregó.
Organizaciones ambientalistas y colectivos ciudadanos alzaron su voz tras lo ocurrido. Desde redes sociales hasta eventos comunitarios, hacen un llamado a redoblar esfuerzos en la educación sobre alternativas más responsables: “Podemos iluminar nuestras calles con velas, linternas y música, sin necesidad de dañar el medio ambiente o poner vidas en peligro”, declaró Julio Joya, líder del colectivo ‘No a la Pólvora en Santander’.
Por fortuna y en contraste a los desadaptados, algunas familias celebraron de manera diferente, con decoraciones ecológicas y actos simbólicos que inspiraron a otros a replantearse la forma de honrar la tradición. Estas iniciativas, aunque aún minoritarias, van en la dirección correcta hacia una sociedad más consciente.

Recuerde: La quema de pólvora no está autorizada en el área metropolitana. Existen actos administrativos que dejan en firme tal prohibición y que también contemplan sanciones económicas para los infractores.