Margarita Ortega reapareció desde una clínica en Bogotá y encendió las alarmas con una publicación que pocos esperaban.Durante más de tres décadas, Margarita Ortega ha sido sinónimo de elegancia, profesionalismo y cercanía. Su rostro ha acompañado a los colombianos desde las pantallas de noticieros, novelas y programas de entrevistas. Pero hoy, ese mismo rostro, que tantas veces ha sonreído al aire, se mostró en otra faceta: sin maquillaje, sin luces, canalizado y desde una cama de hospital. Así reapareció la reconocida presentadora y actriz en sus redes sociales, compartiendo con sus seguidores un mensaje lleno de introspección, honestidad y vulnerabilidad.

Hace poco más de seis meses, Margarita fue una de las últimas presentadoras en aparecer al aire en el noticiero CM&, justo antes de su salida de la parrilla del Canal Uno. A sus 51 años, lejos de alejarse de las cámaras, decidió mantenerse activa: perfeccionó su inglés con un viaje a Malta y, al regresar, vivió un momento familiar inolvidable al celebrar el matrimonio de su hijo, Emiliano Granados.

la par, no soltó el micrófono: continuó al frente de su programa de entrevistas El latido, un espacio en el que conversa desde la calma, el afecto y la profundidad con personajes del arte, el periodismo y la vida cotidiana. Y más recientemente, anunció con orgullo su regreso a la televisión como presentadora de Noticentro 1, una de las apuestas informativas del Canal Uno.

Margarita parecía estar viviendo uno de sus mejores momentos: profesionalmente activa, en armonía con su familia, redescubriendo nuevas versiones de sí misma. Sin embargo, como ocurre tantas veces fuera del lente, había algo más que nadie veía.

¿Qué le pasó a Margarita Ortega?

Desde la Clínica El Country, en Bogotá, Margarita Ortega publicó una imagen al natural. Se le ve canalizada, en una habitación hospitalaria, con la mirada suave y reflexiva. Junto a la fotografía, escribió un texto que parece más un poema que un parte médico. Un mensaje que revela su lucha, pero también su rendición ante el cuerpo que, como ella misma lo expresa, la ha parado en seco.

“Mi columna y yo. Yo le insisto todos los días sobre el camino que recorremos juntas (…). Me enseña, pero somos igual de tercas. Tal vez así, sin quererlo, decidimos explorar este destino.”

En sus palabras no hay drama gratuito ni sensacionalismo. Hay una voz pausada, introspectiva, que conversa con su cuerpo como si se tratara de una vieja amiga caprichosa, rebelde. Ortega revela que lleva días en el hospital enfrentando un problema de salud relacionado con su columna vertebral, el cual no detalla del todo, pero que ha exigido atención médica y un alto obligado en su cotidianidad.

“Días de mucha introspección, entendiendo cada mensaje que escribe y describe mi cuerpo”, concluye en su publicación.

La reacción no se hizo esperar. Actrices, periodistas, amigos cercanos y cientos de seguidores inundaron los comentarios con mensajes de apoyo y afecto. “Margara hermosa, aquí contigo”, escribió una colega. “Mucho amorcito para esa columna y entendimiento para que sanes desde la raíz”, le comentó otra. “Mi Margarita, que te mejores pronto, te recuerdo mucho”, fue uno de los mensajes más replicados.

La imagen y las palabras de Margarita no solo conmovieron: también visibilizaron algo que pocas figuras públicas se atreven a mostrar con tanta franqueza. En un mundo donde la apariencia lo es todo, su decisión de compartir un momento tan íntimo desde la vulnerabilidad fue un acto de valentía.

Más allá del espectáculo

Margarita Ortega no necesita presentaciones. Ha sido actriz en telenovelas como La hija del mariachi y Francisco el matemático, presentadora de Noticias RCN, gestora cultural y promotora de bienestar. Siempre ha navegado entre lo artístico y lo informativo con una sensibilidad poco común en los medios. Esa misma sensibilidad es la que hoy la acompaña en esta pausa obligada.

La enfermedad no ha borrado su voz, ni sus ganas de comunicar. Por el contrario, ha sumado una nueva capa a su historia: la de una mujer que, incluso en los momentos difíciles, elige narrarse con sinceridad.

Por ahora, Margarita se encuentra en recuperación. No ha hablado de fechas de regreso ni de detalles clínicos, y quizás no lo haga. Su mensaje es otro: es la invitación a escucharse, a detenerse cuando el cuerpo lo pide, a abrazar las pausas con dignidad y sentido. Y también, a saber que incluso las comunicadoras más fuertes necesitan tiempo para sanar.

Porque a veces, la noticia más importante no es la que se da frente a cámara, sino la que ocurre en silencio, entre pensamientos, diagnósticos y nuevas formas de habitar el cuerpo.

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