La carretera más importante del sur de Santander, que comunica a Bucaramanga con la capital del país, está sumida en el abandono del Gobierno Nacional. Su estado no se conduele con el carácter pujante de la región y, además, tiene una cifra creciente de muertos que la comunidad atribuye a la gran cantidad de cráteres que registra.
Un adagio popular reza que, por el desayuno, se sabe cómo será el almuerzo, y eso precisamente ocurre con la vía que va desde el sector del Palenque, en Girón, hasta Zipaquirá, en Boyacá. De los 224 kilómetros del corredor vial, la mayoría del trazado se encuentra en mal estado.
Desde sus primeros metros, la vía muestra su peor cara. El Anillo Vial entre Girón y Floridablanca es muestra de ello. De acuerdo con el secretario de Tránsito del municipio patrimonio, Juan José Gómez, en esta zona se tienen identificados al menos 200 huecos.
Uno de los huecos más criticados es el que se ubica cerca de una estación de servicio y un almacén de cadena que opera las 24 horas.
“En sentido Girón – Floridablanca hay un hueco de gran tamaño en el que se les han estallado las llantas a varios vehículos. Además del daño para los carros y motos, hay peligro de un accidente”, narró José Velandia, conductor afectado por esta situación.
Velandia agregó que “aparte de que no hay luz en esta vía, hay vehículos que se han estrellado al tratar de esquivar los huecos. Ya no sabemos a quién solicitarle que responda por nuestras pertenencias”.
Según datos de Tránsito de Girón, tan solo este año han muerto nueve personas en este tramo de la vía Palenque – Zipaquirá.
Para el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Bucaramanga, Juan Carlos Rincón Liévano, la carretera “se quedó rezagada en el tiempo. Es una vía de los años 50 que respondería a necesidades de esa época. Hoy las necesidades son otras para la región con la cuarta economía de Colombia”.
Un ‘calvario’ prolongado
En el kilómetro 60 +455 de la vía, metros más abajo del sector de Curos, el río socavó el talud e hizo que la banca cediera. Allí solo hay paso a un carril y, aunque a la fecha se desarrollan trabajos de construcción de un muro, los conductores denuncian que este tramo duró varios años sin ser intervenido.
La ruta 45A atraviesa el sector de Pescadero, en pleno Cañón del Chicamocha, en proceso de ser declarado geoparque y patrimonio de la humanidad. Pese a la importancia turística que tiene esta zona, la vía en nada le hace honor a su grandeza.
En este tramo, la ausencia de doble calzada retrasa los recorridos por la gran cantidad de tractocamiones que circulan por allí, sumado a la alta tasa de accidentalidad de vehículos y motocicletas que intentan sobrepasar a los de carga pesada.

“Es una vergüenza, un deterioro total, nos tienen abandonados”, expresó Lucy Rodríguez, veedora del corredor vial.
Al llegar a San Gil, el recorrido no es menos amable. La vía es empinada y atraviesa el casco urbano de San Gil, lo que pone en riesgo a la población del municipio. Precisamente, el 5 de enero de 2017 un tractocamión sin frenos se ‘descolgó’, acabó con la vida de cinco personas y dejó heridas a 17 más.
En su momento, el Gobierno Nacional propuso la construcción de una variante para sacar el tráfico pesado del casco urbano de la capital guanentina. No obstante, ocho años después, el proyecto sigue siendo un ‘elefante blanco’.
Según el concejal de San Gil, Mario Alberto Roa, “se habló de que posiblemente en el segundo semestre de este año se daba la asignación de recursos para terminar la primera fase de la variante, pero a hoy no hay ni licitación ni contratación”.
Un trazado de ‘flauta’
Entre quienes transitan la vía hay un dicho: esta se asemeja a una flauta por la gran cantidad de huecos que registra.
Sumados a los 200 huecos del Anillo Vial, durante el paro que la comunidad adelantó en el peaje de Oiba, Invías le pidió a la comunidad referenciar el daño que registraba la vía para poder intervenirla. La suma de huecos no fue menor.
“Nos reunimos con la comunidad y desde el peaje de Oiba hasta Vado Real, que son cerca de 18 kilómetros de recorrido, había un aproximado de 180 huecos”, afirmó Efrén Niño, veedor de esta carretera.
A su turno, el veedor de la Cámara de Comercio de Bucaramanga, encargado de esta vía, Carlos Pieschacón, señaló: “es complicado y preocupante ver cómo hay sectores como la entrada al Socorro donde, en un sector en curva, hay defectos en la vía que sobrepasan la clasificación de huecos y ahora debemos llamarlos cráteres”.

Esta situación se repite en el paso sobre el casco urbano de San Gil, la vía entre Oiba y Güepsa y en cercanías de Barbosa.
Tal es el desespero de los conductores que optaron por geolocalizarlos en plataformas de movilidad para evitar que más vehículos sigan cayendo en estas ‘trampas mortales’.
El hueco registrado con mayor profundidad se ubica frente a la Virgen del Socorro y, según el diputado de Santander, Martín Gutiérrez, “en la última medición que le hicimos tenía 70 centímetros de profundidad”.
Muertes por doquier
El 9 de julio de 2024, Robinson Estiven Cárdenas Orozco, quien se desempeñaba como concejal del municipio de Coromoro, Santander, y su pareja Ana Carina Mendoza fallecieron en un accidente de tránsito en el kilómetro 81 +500 de la vía entre El Socorro y Oiba. Consulte también: Video: Transversal del Carare, la vía del olvido en Santander
La hipótesis más sonada es que, por esquivar un hueco, un camión tipo turbo invadió el carril contrario, golpeó la motocicleta en la que viajaba el corporado y les produjo la muerte de inmediato. Allí fallecieron, además del concejal, su esposa y un bebé que la mujer esperaba.

Por su parte, Efrén Niño, veedor de Palenque – Zipaquirá, narró cómo “a principios de este año un motociclista cayó y se decapitó porque le fue imposible maniobrar su vehículo. El año anterior, entre enero y septiembre, contabilizamos 70 accidentes y nueve muertos en ese lapso de tiempo”.
Reclaman inversión
El diputado de Santander, Martín Gutiérrez, reveló que entre los peajes de Curos, Curití y Oiba se recaudan entre $30.000 y $45.000 millones al año, pero esa cifra no se ve reflejada en el estado de la carretera.
“No se ve la inversión en la vía, no se ve limpieza de cunetas, no se ve señalización, no se ve que tapen huecos y en absoluto se ve mano de obra. Prometieron que iba a haber una ejecución de $27.000 millones y lo que hemos visto es que solamente están haciendo reparcheo en un tramo de Güepsa. ¿Y el resto?”.
Al respecto, Lucy Rodríguez, veedora del corredor vial, fue enfática en afirmar que “nos ‘mamaron gallo’, están reparchando, pero lo están haciendo mal. Dijeron que estaban cumpliendo con estándares de calidad y eso es mentira. No somos ingenieros civiles, pero sí sabemos cuándo es un buen trabajo”.
Por su parte, el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Bucaramanga, Juan Carlos Rincón Liévano, llamó la atención de las autoridades y dijo que “es imposible que no se haya logrado, teniendo diseños o teniéndolos contratados, de los tramos Curos – Piedecuesta, de zonas de adelantamiento y unas variantes como las de San Gil, Socorro, Oiba y Barbosa que deberían estar terminadas hace años”.
Una vía vital para la economía de Santander
La importancia de estos 224 kilómetros radica en que por allí transitan cientos de vehículos diarios que transportan pasajeros, carga, estudiantes y familias. El corredor permite la interconexión directa entre la vía a Bogotá y la que conduce hacia el Magdalena Medio y Antioquia.
“Esta es la vía principal del sur de Santander. Nos comunica con Bucaramanga y Bogotá, además de la despensa agrícola de Boyacá. Es una vía que nos trae la mercancía del puerto de Buenaventura y los alimentos que produce el Departamento”, señaló Sergio Hernández, concejal de Pinchote.
Liver Guerrero, productor y distribuidor de dulces de Barbosa, aseguró que “la carretera es importante para que los turistas lleguen a comprar, pero también para sacar el producto. Lo primero que la gente averigua es cómo está la carretera. Si está mala, deciden irse para otro lado”.
Lo mismo le ocurre a Julio César Velandia, quien tiene un parador en la vía Oiba – Barbosa. El hombre afirmó que sus ventas se han disminuido por el deterioro de la carretera. “La gente nos llama a cancelar reservaciones porque dicen que la vía les está acabando con los carros”, narró.
A la fecha, se adelantan trabajos de reparcheo cerca a Güepsa y las esperanzas están puestas en el convenio Vías de los Comuneros, con el que se pretende una inversión de cerca de $2,4 billones en la vía Bucaramanga – San Gil – Barbosa, obras que arrancarían en 2026.