El exmandatario se unió a la cadena de personalidades que le han hecho una reconvención a Petro tras sugerir un ajuste a la regla fiscal.
La regla fiscal se ha puesto como uno de los temas más mencionados por estos días en los medios de comunicación; y así está ocurriendo después de que el presidente Gustavo Petro le solicitará al Congreso revisar esta ley que limita el endeudamiento para la Nación.
Es así que varias personalidades reaccionaron a los comentarios de Petro y la gran mayoría han manifestado la inconveniencia de “pasarse por la faja” una norma técnica que le pone freno a los intereses políticos de los gobiernos de turno
En ese contexto, el expresidente Juan Manuel Santos también se pronunció frente a la regla fiscal y afirmó que si el jefe de Estado la llega a cambiar, “se pega un tiro en el pie” y añadió que “después no habrá plata para la política social”.
Si un país desborda su endeudamiento, puede llegar un momento en el que los inversionistas descarten hacerle préstamos. Y si de todas formas le conceden créditos, tendría que devolverlos con unas altas tasas de interés que demandarán más recursos del Presupuesto General de la Nación (PGN) para el servicio de la deuda y habría que recortar el monto para bienes y proyectos sociales.
Con ese panorama en mente, Santos sostuvo que la Regla Fiscal “no es nada diferente a un manual de disciplina para los gobiernos y que no cometan el error de crear una crisis fiscal que deje a los ciudadanos sin los demás derechos”.
A esta conversación los académicos le han sumado la teoría de la equivalencia ricardiana, que en términos simples indica que si un gobierno opta por financiar su gasto con deuda, tarde o temprano tendrá que aumentar los impuestos para hacerle frente a la obligación, y aprobar nuevos impuestos mientras la economía se estanca no suena viable ni justo.
La sugerencia de modificar la regla fiscal fue una de las primeras respuestas de Petro al reciente dato del Producto Interno Bruto (PIB), mismo que arrojó que la generación de riqueza en el país mermó 0,3% en el tercer trimestre; una situación a la que no quiere enfrentarse ningún gobernante en tanto es la puerta de entrada a un mayor desempleo y a la pérdida de popularidad.
La idea del presidente consiste en canalizar más recursos para destinarlos a la llamada inversión pública, muy concentrada en proyectos de infraestructura. Sin embargo, ha recibido críticas de quienes le responden que la receta para reactivar la economía comienza con despejar la incertidumbre que él mismo ha desatado con ataques a la empresa privada y con tres grandes proyectos de reforma que no terminan de convencer al sector privado y frenan las intenciones de invertir y jalonar la actividad económica.