La muerte de Agustín Uribe Ortega, un octogenario santandereano, en las calles de Bucaramanga, ocurrida en enero de 1927, alarmó a la ciudad. Todas las miradas apuntaban a su joven esposa. Tres años después se pudo comprobar que aquel borracho anciano fue envenenado con mercurio. Su viuda fue enviada a prisión. Esta es la historia olvidada de una ambiciosa asesina.
La aparición del cadáver de Agustín Uribe Ortega en una calle de Bucaramanga generó consternación. No tenía signos de violencia. Aunque era de público conocimiento que este octogenario vivía más en el interior de las guaraperías, que en las fincas que le dejó a cargo su esposa antes de morir, su repentina muerte esparció un tufillo de duda, que incluso el periódico ‘La Vanguardia Liberal’ (que costaba un peso) título: “¿crimen o muerte natural?”.
Para entonces en Bucaramanga ya circulaban carros por sus calles, aunque los caballos prevalecían como un medio eficaz para la movilidad. Cinco años atrás fueron inauguradas las torres de la Catedral de la Sagrada Familia, y en estas fechas se realizaban gestiones para que en Piedecuesta fuera fundida la campana de la estructura (que sería instalada tres años después). Bucaramanga registraba, según el censo de la época, 44.083 habitantes, de ellos 22.499 eran mujeres y 21.584 correspondían a hombres.
Agustín Uribe Ortega llegó a Bucaramanga procedente de San Gil. Al poco tiempo contrajo matrimonio con Virginia Medina, mujer, que según las notas judiciales de la época “era hacendosa y trabajadora. Ella, a fuerza de economía, privaciones y buenos negocios, había adquirido un respetable capital representado en varias fincas raíces, y alhajas de oro, elementos que contribuyeron a la felicidad matrimonial”.
No obstante, Agustín Uribe Ortega, en lugar de apoyar a su abnegada esposa, “se entregó con todo desenfreno a llevar una vida disipada, convirtiéndose en todo un contertulio de las guaraperías. Los excesos alcohólicos de Agustín Uribe Ortega fueron una constante preocupación por parte de Virginia Medina, quien, como esposa cristiana, supo sobre llevar con toda paciencia y resignación los desmanes de su compañero”, reseñan artículos de prensa.
Nace un viudo rico en Bucaramanga
La felicidad de Agustín Uribe Ortega no duró mucho tiempo. La muerte se interpuso un día. “Virginia Medina cayó herida por una mortal dolencia. En su lecho, sintiendo que llegaba su último momento, otorgó sus disposiciones testamentarias, entre las cuales consignó que todos sus bienes pertenecieran a los herederos legítimos de su esposo, dejando a la hora de la muerte reservado para Agustín Uribe Ortega solamente el usufructo de todas las fincas”.
Muerta Virginia Medina, Agustín Uribe Ortega paseó su humanidad de viudo rico y codiciado por las calles de Bucaramanga. Todos lo miraban, especialmente algunas mujeres, con algo de curiosidad. Si bien era un hombre de 80 años, se trataba de un sujeto con mucho dinero. La prensa judicial relató el encuentro que ocurrió con la llamada ‘viuda negra’ en una calle de Bucaramanga.
“Un día tropezó con una maritornes (moza de servicio, muy ordinaria) llamada Ernestina Santos, que contaba con ojos negros y chispeantes, que le hechizó de tal manera, que su nuevo amor culminó al pie de los altares, haciéndolo olvidar de todos los consentimientos y mimos de su primera esposa”, relató ‘La Vanguardia Liberal’. El entonces periodismo judicial calificó a la señora Ernestina Santos como “una mujer atraída por el sonaje de los pesos, y quien sacrificó su juventud y su hermosura para depositarlas en manos de un pobre viejo agotado por los vicios y rendido por los años”.
Al sentirse esposa, “Ernestina Santos tomó cargo del gobierno matrimonial y despojó a Agustín de todo el conjunto de derechos que constituyen la potestad marital. Resolvió, además, darle inicuos a perversos tratamientos. Ella fijó sus negros ojos en un amante con el cual compartía caricias a espaldas del incauto viejo, quien para mitigar sus penas redobló sus excesos de alcohol”, advierte un artículo de prensa.
La familia en Bucaramanga empieza a dudar
Las desgracias de Agustín Uribe Ortega durante su nuevo matrimonio fueron observadas de cerca por sus parientes. Ellos temieron que sucediera lo peor. Uno de sus sobrinos, el 20 de diciembre de 1923, se dirigió al entonces alcalde Bucaramanga, Hermogenes Motta, por medio de un memorando para pedirle su inmediata intervención.
“En representación de mi tío, denunció los malos tratos cometidos por la señora Ernestina Santos al señor Agustín Uribe Ortega, a quien golpea e hiere sin compasión. Mi citado tío se casó con la señora Virginia Medina, mujer muy trabajadora y cumplidora de sus deberes, quien al morir dejó varias fincas raíces y dinero en caja, suficientes para afrontar las necesidades de la vida. Seguramente con el fin de apropiarse de tales bienes, Ernestina Santos, mujer de menos edad que mi tío, se propuso hacerlo su esposo, y una vez obtenido este fin, ha abusado del manera que ya es una crueldad permitir que continúe esta situación”.
La misiva, donde pide que la autoridad actúe, denuncia que Ernestina está embarazada, pero que Agustín Uribe Ortega no es el legítimo padre. “Los vecinos, las autoridades y el público en general, sabe que Ernestina en lugar de llenar deberes de su cargo, se entrega a la vida escandalosa, y que actualmente se halla en situación de embarazo que no puede proceder de su marido, porque el señor Agustín Uribe Ortega por su edad y estado morboso no está en capacidades de ser padre como lo sostiene ella. Ese hijo solo busca tener el usufructo de las propiedades de la finada Virginia Medina, por eso ella aparece ahora en estado de santa madre”, relata la carta.
Lamentablemente, el Alcalde de Bucaramanga no atendió la comunicación y ocurrió la desgracia. Agustín Uribe Ortega falleció el 16 de enero de 1924. Apareció muerto en una de las calles de la ciudad.
En las oficinas de la investigación criminal del cuerpo policial de Bucaramanga se levantaron las correspondientes diligencias para esclarecer las causas de la muerte. “Desde los modernos laboratorios de los distinguidos médicos de Bucaramanga, doctores Vesga Planco y Ordóñez, saldría la última palabra de la muerte de Agustín Uribe Ortega. Al cuerpo le extrajeron una muestra de las vísceras para su análisis en Bogotá”, reseña la prensa.
No obstante la autopsia legal, la familia de Agustín Uribe Ortega contrató a un médico para que examinara los genitales del anciano, en búsqueda de pruebas que verificaran que no podría, por su edad, concebir a un hijo, como lo alegaba Ernestina Santos.
El mortal veneno de la Viuda Negra de Bucaramanga
Los familiares de Agustín Uribe durante tres años denunciaron el asesinato. “Desde los primeros momentos de la muerte del señor Agustín Uribe Ortega, gentes maliciosas se dieron a la tarea de propalar que le había sido suministrado algún veneno, que la muerte no había obedecido a causas naturales, y que de ella era responsable. Se habló entonces de la señora Ernestina Santos de Uribe en términos desfavorables y se emitieron contra ella juicios severos”, advierte una última nota de prensa.
El jueves 5 de septiembre de 1929, hace 95 años, llegó a Bucaramanga por correo el dictamen procedente de Bogotá. Examen concluía: “las vísceras del finado contienen un terrible veneno, cianuro de mercurio”. En consecuencia se decretó de forma inmediata la prisión de Ernestina Santos, a quien Bucaramanga condenó sin juez y llamó la viuda negra.