También el 35 % de los adolescentes ya consume alcohol.
La capital santandereana ocupa el cuarto lugar a nivel nacional en consumo de drogas, según el más reciente Estudio Nacional de Sustancias Psicoactivas del Departamento Nacional de Planeación. Además, tal ranking desnuda una realidad preocupante: el contacto con estas sustancias inicia desde edades muy tempranas. De hecho, el 35 % de los adolescentes entre los 13 y 15 años afirma haber ingerido alcohol en el último mes, mientras que el 17 % asegura fumar cigarrillo diariamente.
Este fenómeno, que se arraiga entre los jóvenes, pone en evidencia la necesidad de actuar con urgencia. La normalización del consumo en la adolescencia puede abrir la puerta a sustancias más peligrosas, agravando problemas de salud física y mental, además de generar impactos negativos en la convivencia familiar y el entorno escolar.
Consciente de esta problemática, un grupo de residentes de Medicina Familiar -Andrés Vanegas Beltrán y Leidy Páez Rincón- en alianza con el Programa de Educación Interprofesional (EIP) de la Universidad de Santander (UDES), liderado por la doctora Piedad Serpa, emprendió una estrategia de prevención enfocada en la comunidad educativa.
Prevención en las aulas

La intervención se desarrolló en la Institución Educativa José Celestino Mutis, donde más de 200 personas, entre estudiantes de séptimo a noveno grado, docentes y padres de familia, participaron en actividades orientadas a identificar factores de riesgo y adoptar medidas preventivas.
Uno de los hallazgos clave del proceso es el vínculo entre el consumo de sustancias y la salud mental. Casos de depresión, tensiones familiares o desconocimiento sobre los efectos de las drogas actúan como detonantes.
Por eso, el proyecto ha promovido prácticas saludables como la actividad física, una alimentación adecuada, higiene del sueño, regulación del uso de redes sociales y técnicas como el mindfulness, que ayudan a manejar la ansiedad y el estrés.
El trabajo no se limitó al aula: padres, docentes y directivos fueron parte activa de una red de apoyo que refuerza la corresponsabilidad en la prevención.
Como cierre de este proceso, el equipo de Medicina Familiar entregará a la institución una ruta de atención en salud mental y prevención del consumo, con el objetivo de fortalecer el acompañamiento a los adolescentes y frenar el avance de la adicción desde sus primeras señales.