John Guerrero Hernández departía con familiares y amigos en una fiesta de 15 años en el barrio Nuevo Bosque de Cartagena.
Como si fuera a hacer un mandado a la tienda y estuviera a una cuadra de su casa, así caminó el sicario que disparó cuatro veces y asesinó John Jairo Guerrero Hernández, de 37 años, en la mañana de este domingo 24 de septiembre, en la manzana 18 del Nuevo Bosque.
La víctima murió en el lugar de los hechos donde, además, una mujer, de 62 años, resultó herida y en este momento se encuentra bajo pronóstico reservado.
Una cámara de seguridad grabó el momento en que los sujetos llegaron en moto al sitio donde celebraban un quinceañero desde la noche anterior. Eran las 8 de la mañana, según la Policía Metropolitana de Cartagena.
En el video, publicado por el diario El Universal de Cartagena, se ve al sicario con suéter negro, gorra del mismo color y una bermuda de color azul. Usaba chancletas. El homicida caminó sereno por el andén, se asomó por una rejas y vio a su víctima, que se encontraba sentada en una silla.
En la grabación no aparece el momento que John se desploma, pero se conoció que estaba rodeado por varias personas. El sicario apuntó directo hacia él.
Tras disparar, una moto que pasaba, también con sigilo, lo esperó y huyeron. Todo pasó en menos de 5 minutos.
El sujeto que disparó, de contextura gruesa, alto y de piel blanca, no cubrió su rostro con un tapabocas, elemento que normalmente es usado por los asesinos por encargo. Se espera que el ángulo de otra cámara pueda haber grabado su rostro.
Amigos, familiares y la ciudadanía en general esperan que las autoridades logren establecer la identidad del este homicida que, como si fuera a dar un simple saludo y con sangre fría, típica de psicópatas, disparó contra su víctima.
Sobre la víctima se conoció que fue miembro de la Policía Nacional y trabajo en el área fluvial y portuario. Estudió en el Sena y así sacaba adelante a sus dos hijos. Al parecer, también trabajó como mesero.
Cuando las autoridades llegaron a realizar la inspección, en las afueras de la casa todavía habían sillas, globos, manteles, cavas de cerveza, pero un charco de sangre mostraba la desgracia que varias personas presenciaron en un día especial.